miércoles, 14 de marzo de 2012

HACIENDA, NO SOMOS TODOS.


El fútbol español, ese que ha ganado un Mundial y una Eurocopa, carece de la más mínima legitimidad para saltar a un terreno de juego. No es nuevo lo de la deuda de los Clubes españoles con Hacienda, Seguridad Social, jugadores, proveedores, etc. La cosa viene de lejos, ante la pasividad temeraria y casi delictiva de nuestros gobernantes.
Ya con motivo del Mundial-82, celebrado en nuestro país, comenzaron los primero problema serios, para a continuación en 1992, tener que llegarse a la conversión de los clubes en Sociedades Anónimas Deportivas, cosa, que de nada ha servido. El catedrático D. Jose María Gay de Liébana, experto en esta materia, cifra el montante total de la deuda acumulada por nuestros despilfarradores futboleros en 5.000 millones de euros, nada más y nada menos que 831.930 millones de las antiguas pesetas. Ha tenido que ser ahora, cuando el pan nuestro de cada día "los recortes", han puesto en pié de guerra a la ciudadanía, cuando nuestros sátrapas dirigentes políticos, se hayan acordado de que nuestro fútbol es moroso por los cuatro costados.
Os dejo un magnífico artículo de Toni Hernández.
ARTÍCULO DE TONI HERNÁNDEZ EN FICHAJES.NET
La deuda del fútbol español, como quien inventa la rueda en pleno Siglo XXI, está en boca de todos. Y a todos debería darnos vergüenza tanto la situación, como la forma de haber llegado a ella, como sus consecuencias, sus damnificados en la sombra, y sobre todo, por encima de todo, la imagen de gastadores sin escrúpulos, derrochadores horteras de películas de serie c, de los dirigentes del fútbol patrio.
La deuda con Hacienda, según el Gobierno de 752 millones de euros, es como para hacérselo mirar, qué duda cabe. Aunque aquí hay un hecho que no se puede dejar pasar: si los clubes deben esa cantidad es que les han dejado acumularla. Cualquier ciudadano de a pie, tiene una absurda multa de tráfico, un retraso con su autónomo, con su trimestre de IVA, y es embargado por el erario público de manera inmediata. Si los clubes han llegado a esta situación, ni más ni menos, es porque les han dejado.
Ahora podemos empezar a preguntarnos la razón de esa dejadez. Las fotos en los palcos, el protagonismo, el asociar la imagen con los equipos representativos... Son muchas, distintas y variopintas. Cada uno tendrá las suyas, y es más que probable que muchos dirigentes actuales no tengan ninguna responsabilidad con respecto a las deudas que pueda acumular su club en este momento y que fueron contraídas en el pasado.
Voy a defender al fútbol, si, lo voy a defender, aunque pueda pensar que muchos de sus dirigentes no servirían ni para dirigir el tráfico de coches en el Polo Norte. No es chascarrillo, es que no quiero comparar su labor con la de ningún oficio digno. Nuestro deporte no tiene la culpa de que gente que no lo ama se le acerque, aunque puedan ser útiles en determinados momentos. El fútbol atrae al dinero como cierto elemento a las moscas, pero eso no quiere decir que no se pueda regular.
Ahora la sociedad ve al fútbol como algo negativo, como un sector que se salta las normas, que no cumple con sus obligaciones. Y eso afecta incluso a aquellos clubes que sí lo hacen, porque en el saco están ya todos metidos. Es evidente que 752 millones pendientes con Hacienda no son de recibo, pero también se puede aplazar y pactar un pago, que por el bien de todos, debe ser público y cumplirse a rajatabla.
Pero que nadie se confunda. Contra el vicio de pedir la virtud de no dar. Ha habido, hay, mandatarios indignos de sus cargos, pero eso no debe pagarlo un club, una afición o un grupo de profesionales que basa en este deporte su sustento. Aquí, la clase política, todos los políticos sin excepción, han consentido y alimentado esta situación. Hacer demagogia, incluso política con el fútbol, es deleznable, repugnante, porque quizá alguno de los que ahora pide a gritos soluciones, haya estado más de un domingo en un palco, pidiendo camisetas firmadas y fotos para sus hijos. Menos hipocresía, más sentido común, y soluciones lógicas a problemas tangibles.

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